En el año 2012 un grupo de jóvenes liderados por Gerson Hernández y Jorge Valencia iniciaron el proceso de limpieza de un lote que se encontraba en un conflicto legal y que se había convertido en guarida de un microexpendedor de drogas conocido con el alias de "El conejo", este pequeño terreno también representaba un riesgo de sanidad por la presencia de basura, y de ratas y felinos, que junto con los consumidores de drogas, dejaban allí sus excrementos.
La idea original de Gerson Hernández era ubicar en este lugar un punto para la recolección y reaprobechamiento de residuos plásticos en la elaboración de ladrillos ecológicos; pero esto no fue bien recibido por algunos vecinos de la comunidad que se quejaron con el entonces presidente de la Junta de Acción Comunal, Hernán Valencia, y le expusieron que según sus prejuicios, esto seguiría siendo causa de presencia de roedores.
Entonces Hernán Valencia reclamó el dominio de este terreno, desarraigando de tal a Gerson Hernández y a Jorge Valencia, quienes no obstante siguieron colaborando con la condición de que lo que allí se hiciera beneficiará a las comunidades cercanas. Entonces Hernán Valencia se puso en contacto con el propietario del lote, quien no tenía el dominio porque la propiedad se encontraba en juicio de extinción por el no pago de una deuda y le informó que este terreno sería usado para realizar proyectos para la comunidad.
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